Acercándonos a las cosas pequeñas nos acercamos a lo real, los detalles frente a las grandes anécdotas extravagantes y únicas, más lejos de nuestro corazón que las repeticiones diarias de esos pequeños actos de todos los días.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Huelga general 29 de septiembre

El 29 seguramente iré a la huelga, no pensaba ir pero hoy he leído una circular de CGT que casi que me ha convencido, creo que algo hay que hacer aunque sea algo tan antiguo como una huelga, imagino que en mi puesto de trabajo no se va a notar nada pero por coherencia creo que hay que hacerla, porque si no la hacemos va a ser una derrota para el sindicalismo, va a ser un no-hacer-nada o un dejarnos-hacer, va a ser una traición a todos los que han hecho posible que los trabajadores vivamos mejor, de todas formas he estado dándole vueltas a todo esto y he teorizado mentalmente sobre estos temas, la lucha de clases, el capitalismo extremo y las huelgas, y esta tarde frente al probador de Adidas en el centro comercial Bonaire he generado en mi cabeza una teoría que me ha hecho ver todo más claro y me ha dado algo de luz y como consecuencia me ha hecho sentir mejor, la cuento a continuación.

La huelga es un instrumento del sindicalismo o de los trabajadores para oponer resistencia a las tensiones que se generan desde los empresarios y que suelen tender a precarizar las condiciones laborales.
La huelga es un instrumento antiguo, nacido en la sociedad de la producción, desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX, era útil cuando la producción era lo importante, el trabajo entonces generaba capital, la parada del trabajo suponía una merma del capital y por eso hacía daño, era un instrumento de presión. Ahora se espera que el capital genere trabajo, el capital se ha convertido en algo como un monstruo que se extiende por el mundo y que genera ocupación allí donde se asienta.
En la sociedad de consumo actual seguimos utilizando los mismos instrumentos de presión para las reivindicaciones de los trabajadores, no sé si por falta de imaginación entre los representantes de los trabajadores o por una cierta nostalgia de tiempos pasados, esos tiempos heroicos cuando los hombres eran de verdad. También seguimos hablando de izquierda y derecha cuando son las grandes multinacionales y los intereses económicos los que desplanzan gobiernos manejándolos a su antojo, y el sindicalismo sigue en ese antiguo discurso bicéfalo, la antigua lucha entre izquierda y derecha, comunismo y fascismo, liberales y conservadores, polaridades extinguidas que han dejado de tener sentido en una sociedad electrónica del consumo y la información.
En la sociedad actual el mejor instrumento de presión debería ser una perturbación directa sobre el consumo, y casualmente en los polos del capitalismo producción-consumo el agente principal es el trabajador-consumidor que generalmente es la misma persona.
Parece que la conclusión lógica es que las huelgas en el siglo XXI deberían ser huelgas de consumo, articuladas sobre los medios de comunicación de masas y organizadas y estructuradas desde internet. Así podemos imaginar diversas acciones, focalizadas sobre empresas concretas, periódicas del estilo "un día a la semana" o generales con el tiempo si se demostrara un poder de convocatoria.
Un ejemplo imaginario:
-imaginemos que una gran empresa, por ejemplo "El Corte Inglés" toma una serie de medidas en perjuicio de un colectivo de sus trabajadores del tipo despedirlos para subcontratar la actividad a una multinacional de "trabajo temporal" (E.T.T.) con el único objetivo de aumentar el beneficio de la empresa.
Se podría organizar una huelga de consumo del estilo "los viernes no se compra en El Corte Inglés", dando difusión a través de los medios de comunicación y convocando todos los viernes concentraciones a las puertas de las tiendas para repartir octavillas informativas. Imaginemos un viernes tras otro las dependientas cruzadas de brazos, los pasillos vacíos entre estanterías y percheros cargados de ropa, seguro que una huelga de este tipo era mucho más efectiva que una huelga de trabajo, además la empresa no descuenta nada del sueldo de los trabajadores y reducimos el gasto del consumidor que ese día no compra. Sería más complicado con empresas que no venden directamente al público, con estas habría que boicotear la marca realizando campañas de contrapublicidad donde se expusiera al público las malas prácticas de la empresa, campañas en las que se instara al consumidor a no consumir de esa marca.
Imaginemos una utopía, una huelga general pero no de trabajo sino de consumo, las calles comerciales completamente vacías, los comercios vacíos con los dependientes mirándose las caras, los bares vacíos, los autobuses circulando con tan solo el conductor, solamente los trabajadores en la calle, nadie consume, este tipo de huelga sería mucho más efectiva que la del trabajo, y es completamente legal. Parece lógico que si protestamos por la pérdida de poder adquisitivo reduzcamos nuestro consumo, son matemáticas.
Gandhi decía que contra al agresión del colonialismo extranjero había que esgrimir la no-violencia, la no colaboración, la resistencia silenciosa, y triunfó.
Ahora creo que contra la agresión a los derechos de los trabajadores hay que esgrimir el no-consumo.



2 comentarios:

Alfredo dijo...

Claro, tienes razón, pero es más fácil no ir a trabajar y utilizar la huelga como excusa. Incluso para hacer "huelgas" nos falta cultura y honestidad.

...Y dices que todo esto te paso delante de una probador de Adidas, que vaya temblando la marca de las tres rayas.

Abrazos

tag dijo...

Pues es una muy buena idea.
Deberías difundirla, seguro que tendría adeptos y además resulta economica.
En estos tiempos de crisis, cualquier ahorro es bueno.

Deberias ir más al Bonaire, te inspira.

Un besito