¡Qué difícil!, ¡cuantas idas y venidas da la mente!, buscando…
A veces digo: ser honesto es hacer lo que toca, en un sentido musical es interpretar mi papel, mi partitura, lo mejor que pueda para que en conjunto la orquesta suene bien.
Ser honesto es no querer destacar, no desear el reconocimiento, simplemente saber que hago lo correcto. Pero no es fácil, porque suelo equivocarme, es fácil autoengañarse consciente o inconscientemente, por pereza, por egoismo, por necesidades físicas, por timidez, por miedo, por no soportar el calor o el hambre o la enfermedad, porque no controlo mis reacciones en determinadas situaciones, en el fondo siempre está la duda, siempre ese magma de realidad que no deja de fluir y moverse en espirales.
Honestidad muchas veces está reñido con Beneficio, la mayoría de las veces ser honesto no beneficia de una manera social, hay un beneficio interno si se entiende así esa sensación de coherencia, de completitud que se siente cuando se ha hecho lo correcto, pero en general no tiene mucho que ver con el beneficio, y el beneficio es la base sobre la que muchas personas fundamentan su estructura de valores y decisiones, levantan castillos de razonamientos y modos de actuación sobre la base de que lo importante es el beneficio, de que esto es bueno porque me beneficia y aquello es malo o no me importa porque no me beneficia.
Es algo que no soporto.
Entonces en un grupo que toma café para empezar la jornada lanzo la siguiente pregunta ante la discusión sobre un tema: pero, ¿qué sería lo honesto?
Y me miran como si acabara de llegar de Marte.
El otro día me dijeron, a veces hay que tragarse los principios, y eso me dolió, tal vez haya algo de razón en esa afirmación pero es obvio que me dolió, que hay algo sustancialmente malo en esa frase.
Otras veces oigo o leo esa frase tan repetida, ese consejo de boca en boca de sé tú mismo, y lo que siento es desazón porque en mi interior surge la pregunta ¿cómo?, si después de 40 años todavía ando buscándome, aún no sé quien soy, ¿cómo voy a ser yo mismo?, y la publicidad la utiliza de forma perversa para que nos auto engañemos, para que seamos otra cosa, lo que socialmente debemos ser, porque así contribuimos al beneficio, pero beneficio ¿de quien?.
La frase viaja de los medios a las bocas, y se dice alegremente, y al repetirla se sienten bien porque me están dando un buen consejo, uno de esos que pronunció alguien muy importante, y dudo sobre si algo que hace sentir bien al que lo dice puede ser malo, dudo porque lo dijo quien lo dijo, dudo y giro sobre la base de mis principios, si algo he aprendido con el tiempo es que hay muchas cosas debajo de las piedras, más de las que soy capaz de imaginar, son las veces en que todo empieza a moverse y se forma como una niebla espesa, es cuando más necesidad siento de un faro.