Acercándonos a las cosas pequeñas nos acercamos a lo real, los detalles frente a las grandes anécdotas extravagantes y únicas, más lejos de nuestro corazón que las repeticiones diarias de esos pequeños actos de todos los días.

lunes, 2 de junio de 2008

A velocidades tan cercanas















C está acostumbrado a ver pasar los AirBoats a velocidades tan cercanas, entre los Walking trees y los Alligators, con sus capitanes con la barbilla bien alta y el sombrero bien calado para que no se caiga mientras penetran la jungla espantando pelicanos y mapaches.
Pela patatas y cebollas en una pequeña mesa delante de su casaRestaurante mientras todo pasa, entra varias veces a comprobar los caldos que no hiervan demasiado, se mueve un poco dolorido por la caminata de ayer, utiliza cuchara de madera, saborea y mira el cielo a través de las tablas del techo, porque él puede hacerlo aunque nos parezca imposible.
C disfruta con el color de los caldos, el calor de la ollas, los vapores mezclados que se expanden, cuando cocina todo se expande en los manglares, el aire se llena de aromas y sabores, la mirada de C se hace distinta, concentrada parpadea menos, también las Garzas parpadean menos con sus dobles párpados, y la conversación interior se vuelve pausada, más prolongada, más tranquila y seria, y eso también lo notan las Garzas que lo escuchan manteniendo el equilibrio.
Hoy hay una buena lista de comensales, C observa la jungla y piensa que sus sendas están llenas de CLIENTES, los turistas son siempre clientes antes que personas como los cangrejos son comida y buen condimento para un caldo antes que animales. En el pueblo sí que hay personas, conocidos de toda la vida, como los viejos caimanes que tan bien sabe reconocer, pero los clientes son otra cosa, lo observan como una especie más en peligro de extinción y entonces C infla los carrillos y abre los ojos, muy muy abiertos como en una demostración de que aún está vivo.

Bien, a parte de esto:

Ahora recuerdo que tuve un amigo cocinero que se fue a Formentera y no supe más de él, que la semana pasada he estado solo en casa con mis hijos y nos lo hemos pasado bomba, que Lola se ha ido unos días para asistir al seminario de Judith Butler Crítica, discrepancia y violencia y nos ha dicho que nos echaba de menos, que le sientan bien esas escapadas, que esta mañana me he levantado con una canción de Aute en la cabeza y se la he cantado al oído,...

Te veo muy distinta,
es nuevo ese carmín.
Estás mucho más guapa,
será que te embellece ser feliz.

Qué cosas se me ocurren
todo esto es tan pueril,
si yo sólo pasaba,
pasaba por aquí,

5 comentarios:

isabel dijo...

"que un montón de personas que aún no se han conocido"

otro abrazo, y de los wenos
beso para tus hijos, beso pa lola


todo el mundo está mucho más guapo cuando es feliz
y eso me recuerda tanto a marcos

Alfredo dijo...

...que lucidez la de C para diferenciar clintes de personas,
...que sensiblilidad la suya para el disfrute de los caldos sus sabores y aromas,
...y que madurez para establecer consigo mismo una conversación pausada, tranquila y seria,

Cuantos C nos hacen falta en nuestro menú de cada día.

Ah, se me olvidaba, que sí, que genial a lo del link, será un placer!!

un saludo a la ausente/presente y un abrazo animoso al saxofonista.

Alfredo

Andrés dijo...

"es que te emballece ser feliz"
a veces la miro y me dan ganas de cantarle lo mismo. Pero me aguanto, no vaya a ser que me equivoque.

Adriana Lara dijo...

Uno de mis sueños es viajar en uno de esos inventos tan parecidos a los insectos, surcando a velocidad increíble pantanos y superficies cubiertas de vegetación insana.
A veces alejarse viene bien. Uno se redescubre, y sea lo que ve bueno o malo, seguramente será diferente.
Y alejarse un rato surcando plantas mojadas en uno de esos inventos semivoladores sería perfecto, jajajaja, ando circular últimamente, y eso sí que no lleva a redescubrimientos diferentes.
Un saludo, amigo.
Adri.

Tesa Medina dijo...

Me gusta C con esa filosofía de compartimientos estancos para clasificar a los clientes y a la comida y diferenciarlos del paisaje. Esa peculiaridad de ver el cielo a través de las tablas del techo, que las garzas mantengan en equilibrio mientras lo escuchan con sus dobles párpados.

Imagino los vapores y los olores de los guisos extendiéndose por el manglar, y a los mapaches persiguiendo a los pelícanos que corren a la pata coja, mientras los cocodrilos tienen pesadillas y se ven convertidos en bolsos en un escaparate de la quinta avenida.

Seguro que a Lola le sientan bien esas escapadas y a vosotros estar sin ella, para que hayas caído en la cuenta que ese carmín le sienta tan bien como ser feliz.

Me gusta mucho pasarme por aquí, sin prisas, y quedarme un rato.

Besos