Acercándonos a las cosas pequeñas nos acercamos a lo real, los detalles frente a las grandes anécdotas extravagantes y únicas, más lejos de nuestro corazón que las repeticiones diarias de esos pequeños actos de todos los días.

viernes, 27 de junio de 2008

Honestidad.

¡Qué difícil!, ¡cuantas idas y venidas da la mente!, buscando…

¿Cómo ser honesto?, ¿es bueno después de todo?

A veces digo: ser honesto es hacer lo que toca, en un sentido musical es interpretar mi papel, mi partitura, lo mejor que pueda para que en conjunto la orquesta suene bien.

Ser honesto es no querer destacar, no desear el reconocimiento, simplemente saber que hago lo correcto. Pero no es fácil, porque suelo equivocarme, es fácil autoengañarse consciente o inconscientemente, por pereza, por egoismo, por necesidades físicas, por timidez, por miedo, por no soportar el calor o el hambre o la enfermedad, porque no controlo mis reacciones en determinadas situaciones, en el fondo siempre está la duda, siempre ese magma de realidad que no deja de fluir y moverse en espirales.

Honestidad muchas veces está reñido con Beneficio, la mayoría de las veces ser honesto no beneficia de una manera social, hay un beneficio interno si se entiende así esa sensación de coherencia, de completitud que se siente cuando se ha hecho lo correcto, pero en general no tiene mucho que ver con el beneficio, y el beneficio es la base sobre la que muchas personas fundamentan su estructura de valores y decisiones, levantan castillos de razonamientos y modos de actuación sobre la base de que lo importante es el beneficio, de que esto es bueno porque me beneficia y aquello es malo o no me importa porque no me beneficia.

Es algo que no soporto.

Entonces en un grupo que toma café para empezar la jornada lanzo la siguiente pregunta ante la discusión sobre un tema: pero, ¿qué sería lo honesto?

Y me miran como si acabara de llegar de Marte.

El otro día me dijeron, a veces hay que tragarse los principios, y eso me dolió, tal vez haya algo de razón en esa afirmación pero es obvio que me dolió, que hay algo sustancialmente malo en esa frase.

Otras veces oigo o leo esa frase tan repetida, ese consejo de boca en boca de sé tú mismo, y lo que siento es desazón porque en mi interior surge la pregunta ¿cómo?, si después de 40 años todavía ando buscándome, aún no sé quien soy, ¿cómo voy a ser yo mismo?, y la publicidad la utiliza de forma perversa para que nos auto engañemos, para que seamos otra cosa, lo que socialmente debemos ser, porque así contribuimos al beneficio, pero beneficio ¿de quien?.

La frase viaja de los medios a las bocas, y se dice alegremente, y al repetirla se sienten bien porque me están dando un buen consejo, uno de esos que pronunció alguien muy importante, y dudo sobre si algo que hace sentir bien al que lo dice puede ser malo, dudo porque lo dijo quien lo dijo, dudo y giro sobre la base de mis principios, si algo he aprendido con el tiempo es que hay muchas cosas debajo de las piedras, más de las que soy capaz de imaginar, son las veces en que todo empieza a moverse y se forma como una niebla espesa, es cuando más necesidad siento de un faro.

Saber solamente que la luz es luz porque la veo, porque esto no necesita justificación ni razonamientos, se percibe de una forma directa y ya está. Lo mismo sucede con lo bueno y lo malo, se percibe, no sé con qué órgano, pero es como la luz, simplemente se percibe, y podemos cerrar los ojos si queremos, podemos engañarnos, podemos pensar que verlo no nos beneficia, pero en lo más hondo sabemos que está ahí y es algo separado de nosotros, cuantas veces me arrepiento de haber dicho algo, o de no haberlo dicho, cuantas veces quisiera rebobinar el tiempo, dar marcha atrás para corregir, cuantas veces me veo a mí mismo actuando como un extraño, como alguien a quien no reconozco, algo que no me gusta y sin embargo soy yo, así que: admitir los errores propios, aceptar los de los otros con un sonrisa, asimilar el mundo, tener suficiente valor para mirar la vida y la muerte a la cara, interiorizar la mirada, compartir el beneficio, convertir la experiencia cotidiana en un acto íntimo y sincero, esto es realmente lo honesto.

2 comentarios:

Alfredo dijo...

...lo de ser honesto, no tiene secretos, se sabe coando se es y también cuando no, existe la conciencia que al igual que la luz se sabe que lo es porque la ves, porque está y porque te alumbra.

Pero la honestidad no sólo lo es por si misma, es consustancial con la sinceridad, la humildad, la tolerancia, valores a veces ausentes en muchos cafés de buena mañana.

por lo demás una reflexión a tecla abierta muy Honesta que comparto e intento interiorizar, un buen regalo para estas vacaciones

un abrazo

Tesa Medina dijo...

Hoy te llaman ingenuo, confiado o en el mejor de los casos, valiente, si eres simplemente honesto. Es una consecuencia de cómo los valores esenciales a nuestra condición de humanos se van perdiendo.

Ya nadie cree que la palabra dada sea suficiente, que un compromiso se mantenga sin mediar papeles o sanciones de por medio. Que hagas lo que tienes que hacer bien sea visible o invisible el resultado.

Es cierto que me llevo muchos chascos en la vida por confiar en la honestidad de algunas personas, pero no quiero volverme desconfiada, ni estar siempre a la defensiva, prefiero creer que la mayoría de las personas siguen siendo honestas.

No tengo un manual de ética complicado, ni sigo los mandamientos de una religión, ni me importa el infierno, el temor de dios ni mucho menos el que dirán, sólo actúo como quisiera que actuaran conmigo, así de fácil.

Por eso mi beneficio es ser coherente y sentirme bien conmigo misma.

En la vida practica de cada día y en esta sociedad donde todo se mide por el otro “beneficio” a veces no suele ser rentable, pero no tengo intención de cambiar. Asumo los riesgos.

Me gusta la gente honesta, me gustas, Jose.

Besos.