pasean descalzos agarrados de la mano,
empujan barcas sobre troncos que ruedan,
se sientan mirando el límite del mar
con una cerveza fría sobre la mesa.
La gente que veo duerme bajo altos árboles,
despiertan lentamente y caminan sorprendidos
sin acabar de creer que tenemos por delante un nuevo día.
La gente que veo lee con atención gruesos libros bajo los pinos,
señalan lugares que han soñado sobre mapas extendidos,
hablan con mil acentos y cien lenguas
pero no veo nadie que sea extranjero.
Veo bajar por la cuesta un chico con falda roja y negra,
camiseta de Iron Maiden y el pelo teñido de rosa,
de la mano su novia morena de ojos pintados.
Veo gente de Sa Riera, de Las Hébridas, de Arlés y de Corte.
Veo rubias de piernas rosadas y falda corta
calzadas con sandalias de la legión romana.
Chicos morenos sonrientes, sin afeitar, llevan cajas de botellas.
Veo gente que come calamares con chorizo,
bami-goreng, patatas fritas con pimientos,
cous-cous, pizza, melones y mucha mantequilla.
Veo restos de piedra,
historias de gentes que llegaron hace muchos años.
Veo gente mayor con ganas de vivir
y jóvenes enamorados que empiezan a viajar.
La gente que veo tiene el corazón atrapado entre dos azules.
NOTA:
Siempre he sentido atracción por los lugares fronterizos, lugares de paso, donde la cultura nace espontáneamente por fricción de diferentes masas humanas, en ellos se generan nuevas formas de existencia híbridas y desde el centro de las culturas establecidas se suele tener una visión borrosa de estos que podríamos denominar
“no lugares”.
1 comentario:
un lugar siempre es un lugar
o no?
;)
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