Acercándonos a las cosas pequeñas nos acercamos a lo real, los detalles frente a las grandes anécdotas extravagantes y únicas, más lejos de nuestro corazón que las repeticiones diarias de esos pequeños actos de todos los días.

miércoles, 22 de octubre de 2008

La casa del árbol





Fotografía tomada prestada de la web del grupo Baumraum http://www.baumraum.de



La Casa del Árbol
es un proyecto que Lola va a presentar a distintas instituciones en busca de patrocinio. Hemos charlado mucho en torno a la idea, vueltas y más vueltas, al final he acabado escribiendo el texto que sigue a continuación en el que intento transmitir el espíritu y la ilusión que he percibido.
Tal vez sea demasiado largo para una entrada de blog, ya lo advierto, no obstante animo al que tenga ganas de leerlo a realizar su comentario, ya sea favorable o desfavorable, pero por favor, que sea sincero.

La Casa del Árbol.

Desde niños ansiamos unir nuestra residencia, nuestro espacio vital, con la naturaleza, construimos la casa del árbol con los elementos que encontramos, reciclamos tablas, palés, telas, trastos, ropa pasada de moda, viejas publicaciones de revistas y periódicos, y en una fusión de naturaleza y deshecho, con clavos y martillo, y unas pequeñas manos, HACEMOS, vamos improvisando, construyendo sin planos, ni permisos, sin hipotecas, directamente desde la imaginación.
Se trata de una casa concebida para el juego, levantada sobre la vida, sin más expectativa que pasarlo lo mejor posible en compañía de nuestros amigos. Allí no tiene sentido hablar del metro cuadrado, el espacio es aéreo y orgánicamente tridimensional, la estructura está viva, es flexible y cambiante y se bifurca en el aire siguiendo patrones matemáticos que asimilamos a lo bello de una forma inconsciente, un eco de nuestra propia estructura física y mental, una forma abstracta que se materializa en lo que existe y está vivo.
La naturaleza no es entonces la fuente de donde tomamos lo que necesitamos sino el lugar donde vivimos, nuestra casa, un todo del que formamos parte. El árbol deja de ser una silueta recortada en el horizonte para ser una estructura inabarcable que nos envuelve, una estructura que crea nuestro espacio, algo similar a lo que ocurre en las calles de Manhattan donde la mirada no abarca los rascacielos, el horizonte, o más bien diríamos la horizontal, desaparece y la sensación es la de estar dentro de, de formar parte de. Incluso el gesto se repite, la mirada que se alza vertical buscando el último piso es muy parecida a la del que busca las ramas de la copa del árbol desde su pie.

Tarzán, el hombre niño por naturaleza, el YO primigenio, también vive en su casa del árbol que él mismo se ha hecho, y vive de una manera feliz y tranquila porque EL GRAN ÁRBOL transmite, evoca, atávicamente, subconscientemente, seguridad, PAZ.

Como dice J.J.Lidón:
-no hay yo más rotundo que el yo Tarzán tu Jane.
Se trata de un YO aún unido a la naturaleza, integrado en el territorio y el paisaje, una pieza más en una mecánica natural que se auto-reconoce y toma conciencia de sí mismo en el encuentro con el otro.

En nuestra primera etapa vital no nos preocupa el mañana, ni la inestabilidad laboral, ni el precio de la vivienda, simplemente construimos una CASA, integramos nuestra vida con el jardín o aquel pequeño bosque junto a la residencia donde pasamos los veranos, el acto de construir, de componer, entonces, es alegre, creativo y recordamos aquella época como una ERA FELIZ y sin preocupaciones.

El proyecto La casa del árbol es una serie de imágenes donde en cierto modo se sigue la misma mecánica trasladada al soporte plano. Siempre sobre un fondo vegetal, arborescente, se compone la obra mediante collage, reciclado, apropiación de imágenes y textos obtenidos de los mass media, una reconstrucción de nuestra mirada y una reinserción en la naturaleza.

En otros países, como Escandinavia, la integración del hábitat urbano con el entorno natural se ha preservado históricamente, sin embargo en la cuenca mediterránea hemos perdido esta cualidad, el entorno urbano está profundamente desarraigado del paisaje natural, tanto que volvemos con la mirada sorprendida por su verde cuando viajamos a estas regiones.

No obstante en la ciudad mediterránea aún se observa cierta obstinación por la recuperación del entorno, podemos verlo en esos rincones cercanos a autovías donde surgen espontáneamente huertos de tomates, maíz, calabazas, vallados por todo tipo de materiales reciclados, somieres, cartones, restos de alambradas, tableros deshechados. Se trata de les terrains vagues, terrenos baldíos desprovistos de contenido social que son reinterpretados por una ancestral tendencia a la recuperación de lo natural, del jardín primordial. He preferido utilizar el término francés por tener una connotación más positiva, el terrain vague es una tierra difusa, vacía pero llena de posibilidades, una página en blanco, un espacio disponible para la creatividad. Algo similar por su espontaneidad ocurre con esos bancos estratégicamente situados en algunos parques, se convierten de una manera libre en puntos de reunión de personas que con la excusa de sacar a sus mascotas se reúnen diariamente a charlar de temas diversos a la sombra del gran árbol. Una vez más se trata de territorios al margen de los intereses económicos y comerciales, algo que podríamos denominar territorios descuidadamente libres.

En el proyecto La casa de árbol arquitectura, diseño industrial y referencias a los medios de comunicación se fusionan sobre una base natural y nos devuelven a una forma de mirar amable y tranquila. Las referencias publicitarias actúan como conectores entre la imagen y el espectador, enlaces con la vida cotidiana, son el hilo que nos permite adentrarnos en el BOSQUE desde nuestra localización actual. Al igual que en las imágenes de las grandes urbes los edificios no aparecen enteros, en La casa del árbol los árboles no se ven completos, siempre inabarcados, fragmentos de sus troncos y ramas, una visión cercana que nos introduce en su sombra, una sensación de cobijo.
El árbol deja de ser un elemento del paisaje para crear su propio espacio e introducir en él al espectador.

Las imágenes nos conducen a un paisaje natural que no es ajeno a la modernidad, un paisaje que no tiene que ver con la tradición, una naturaleza que vibra con el presente y proporciona un nuevo marco a la actividad humana. El campo ha dejado de ser un lugar aislado del mundo, el mundo global interconecta todos los espacios y cada aldea, cada caserío, forma parte de una misma red global. La tecnología de las comunicaciones, las mejoras en la red de transporte, el desarrollo de los biocombustibles y los sistemas de aprovechamiento de energía solar y eólica han posibilitado el nacimiento de este mundo disperso pero conectado. Algunos sociólogos profetizan un éxodo del mundo urbano al rural a lo largo del siglo XXI, un renacimiento de un mundo rural joven protagonizado por personas en busca de una forma de vivir alternativa a la gran ciudad, una reubicación a los lugares donde están las fuentes del bienestar. En este nuevo status social ya no tiene sentido la huída al campo en el tiempo libre, ya no tienen sentido las actuales casas rurales que se saturan de visitantes en los puentes y las vacaciones. Ahora el nuevo habitante del medio rural buscará en la ciudad los eventos sociales y culturales que en ella se dan para pasar su tiempo de ocio, eventos que solo son posibles con una masiva asistencia de visitantes. Las grandes ciudades de esta manera se configuran como nodos primarios de una gran red habitada, puntos de cruce donde interaccionan físicamente personas provenientes de cualquier lugar de la red. Podemos imaginar así un mundo global, distribuido y deslocalizado, una analogía de lo que sucede actualmente en el mundo literario y creativo en general con la emergencia de la cultura blog en internet.
Este hipotético y tecnológico poblador del medio rural presentaría en una primera generación un sustrato de recuerdos, una memoria vital, fundamentalmente urbanos que deben dar lugar por necesidad a una nueva forma de entender el entorno y las actividades que en él se dan.
Se trata de la descripción de un posible futuro, un nuevo modelo social, una utopía sobre la que el proyecto sobrevuela ofreciendo al espectador la mirada de un pájaro.

Entre la iconografía aparecerán: imágenes de bosques y árboles singulares de la Comunidad Valenciana, casas de árbol construidas por niños, casas para ardillas que se pueden ver en algunos parques, nidos, imágenes de jardines botánicos, la huerta y los huertos espontáneos que surgen en los terrain vagues.


Fotografía tomada prestada de la web de LondonFieldWorks exposición Super Kingdom http://www.londonfieldworks.com/














En el proyecto se mostrarán dos tipos de obra según el formato y la técnica empleada.

-Pequeños collage sobre recortes de fotografías de árboles tomadas por la propia autora junto con otras obtenidas de revistas y diversas publicaciones, donde se combinan textos en diversas tipografías con imágenes de bosques, jardines, arquitectura, actividades y escenas cotidianas, y elementos tecnológicos y de diseño industrial. Sobre todo ello se interviene superponiendo dibujo realizado sobre papel vegetal traslúcido y acetatos transparentes. Los collages necesitan presentarse insertados entre 2 láminas de metacrilato transparente a efectos de conferirles durabilidad en el tiempo.

La idea de estos collages es funcionar a modo de instantáneas tomadas desde dentro de la casa del árbol, instantáneas premonitorias de un momento global y tal vez futuro, un instante en la vida y la actividad del habitante de la casa en cuya cabeza se combinan visiones de lo que está pasando en el mundo con su entorno natural físicamente próximo.

-Pinturas en formato mayor, a partir de 170x170 cms, sobre lienzo armado sobre bastidor rígido de madera donde se imita la apariencia de los collages pintando con acrílico y dibujando encima a lápiz. La cualidad efímera del lápiz precisa el recubrimiento de estas partes con un barniz fijador en spray.

La idea es crear esa atmósfera descrita en la exposición conceptual del proyecto, esa unión de naturaleza y actualidad. Transmitir una renovada visión del campo que por su tamaño envuelva e incluya al espectador abarcando la totalidad de su mirada. Esta idea de envoltura, aunque con otra finalidad, ha sido llevada a la práctica por artistas del siglo XX como Rothko.

Para enfatizar la idea de globalidad que debe embargar a todo el proyecto los títulos y los textos que aparecen en las obras se escriben en varias lenguas.
La base fotográfíca de los fondos tomada en la Vall de Laguar (Alicante), la Sierra Calderona (Valencia) y la Sierra de Espadán (Castellón). Los textos y tipografías de slogans y carteles publicitarios, algunos de ellos recombinados para formar nuevas frases, nuevas estructuras semánticas que surgen de la sinergia que genera la composición, las imágenes de publicaciones de moda, arquitectura y diseño son descontextualizadas e intervenidas en función del sentido del proyecto.

Como referencias artísticas y científicas: la obra de Anisa y Roderick Romero, Andrew Maynard, el gabinete alemán Baumraum, las cabañas de Maartje Lammers y Boris Zeisser, Tom Chudleigh, la obra del arquitecto Lukasz Kos, el paisajismo de los jardines ingleses y japoneses, la geometría fractal (L-Systems), los modelos de formación de cristales y los modelos matemáticos del crecimiento vegetal.


Fotografía tomada prestada de la web de Andrew Maynard http://www.andrewmaynard.com.au/



La casa del árbol
es un proyecto de Art Unlocated, 2008.

5 comentarios:

Adriana Lara dijo...

Adoro la idea.
Algún día construiré mi casa del árbol imaginada para mis hijos, o quizás (como vengo), para mis nietos.
Los rastis son pequeños ladrillitos de encastre con los cuales los niños construyen cosas que pueden ser lo que ellos quieran: autos, castillos, casas del árbol.

CASANDRA dijo...

Más allá de comentar sobre este proyecto alucinante, y a falta de una dirección de correo personal, quiero decirte que ayer me conmovió sobremanera tu comentario en mi blog. Algún día te contaré que tan importante fueron en un día particularmene especial para mi. Aprecio enormemente que vos me hayas querido trasmitir tu amistad a traves de esas palabras. Y no te quepa ninguna duda que Casandra existe aquí tan lejos bajo otro nombre pero con esa sensibilidad que a veces se cuela en mis escritos. Tú también cuenta conmigo, como yo sentí que contaba contigo ayer. un beso y un abrazo uruguayísimo en una tarde de sábado un poco anodina pero más optimista que el día de ayer.

Tesa Medina dijo...

Hola, Jose, me parece un proyecto ambicioso y muy estimulante.

Aunque de pequeña siempre soñé tener un casa en un acantilado desde el que divisar el mar con los árboles a mi espalda, y no por encima o debajo de mi casa, me resulta romántica la idea.

Vi en internet el proyecto de un arquitecto americano que propnía utlizar el árbol vivo para construir una casa en vez de cortarlo, aquí las ramas servían de entramado para el tejado y se combinaba con materiales ligeros.

También una casa portátil, cómo una baya gigante para colgar de un árbol en vez de la escueta hamaca, pero el precio era desorbitado.

Espero ver realizado lo que cuentas y que vayas mostrando el proceso.

Besos,

Alfredo dijo...

...me dejais mirando fijamente el fondo de pantalla y sin verlo, intento procesar todo esta información, porque no es el concepto lo que me deja ensimismado, es vuestro Interior lo que me subyuga.

De momento no se como se puede comer todo esto, pero contad conmigo y con el suelo y las paredes de mi tienda (que ya conoceis) para lo que sea.

El Proyecto es fresco, Innovador, (demasiado para levantar mas de un culo de su acomadado asiento) pero con ese argumentario tan honesto, actual y necesario deseo que esto aterrice algún día.

Y a mi que me pille cerca, muy cerca.

Un abrazo

Marta Noviembre dijo...

Yo siempre soñé tener una. Me parece una idea genial, de verdad.

Un abrazo enorme a los dos