Acercándonos a las cosas pequeñas nos acercamos a lo real, los detalles frente a las grandes anécdotas extravagantes y únicas, más lejos de nuestro corazón que las repeticiones diarias de esos pequeños actos de todos los días.

miércoles, 4 de febrero de 2015

4 de Febrero

En la oveja negra los 4.

Hay días que son más que otros como ese día cruzando las montañas con numa hacia el collao dels llops.

Los demás días pasan deprisa, los espacios abiertos naturales son más distintos, transportan más lejos que las grandes ciudades. En las ciudades del mundo ya todo es igual. Las mismas formas y las personas actuando de la misma forma.

La sensación de soledad, de estar lejos de todo es más fuerte que lo que encontramos en la ciudad. Recuerdo aquel pueblo en ruinas, cerca de ahillas, río tuejar arriba, cerca de las ramblas que no vimos. Existe un lenguaje distinto en esos espacios, como unas oraciones vacías hechas con palabras que nunca oímos. Es como si tuvieranos que abrir mucho los oídos y vaciar la mente para poder vivir de verdad ese momento.

Quizá es una sobredosis de verdad lo que muchas personas rechazan o no entienden. Quizá eso es lo que mantiene a salvo los espacios de verdad, sin contaminar, ausentes al lenguaje de la gente, vacios de experiencia, vacíos donde aprender sin más.

La verdad no se puede contar pero se puede transmitir, pero hace falta impregnarse de ella, jugar, debatirse entre sus trampas, y ser completamente sincero con uno mismo para transmitirla.

Esta vez ha quedado arroz.


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