Viviste,
saboreaste la vida,
reiste y lloraste
y te enamoraste,
y fuiste amada,
tuviste hijos
y amigos
que te quisieron,
canciones que te emocionaron,
sonrisas y palabras.
Y después quedaste en la memoria de unos cuantos,
otros ocupan ahora tu casa,
te convertiste en unas cuantas fotografías
dentro de un cajón que nadie abre,
eres solamente un nombre
que pocos recuerdan.
Y con el tiempo desaparecerán
una a una
esas pequeñas memorias,
esos recuerdos y sus portadores,
se borrarán las fotografías
y ya nada,
nada, nada,
nada,
tan solo,
el tiempo,
y el sabor de la vida.
En la cartera de Antonio Machado encontraron un papelito con una anotación:
Estos días azules y este Sol de la infancia.
domingo, 29 de marzo de 2009
miércoles, 11 de marzo de 2009
De Porta Coeli al Marge

La cartuja de Porta Coeli data del año 1200 y pico, se empezó a construir poquito después de la conquista de Valencia, en un principio se pobló con monjes procedentes de la cartuja Escala Dei de Tarragona. Los monjes que viven allí son cartujos de la orden de San Bruno que prohibe cualquier contacto con el exterior, en especial con mujeres, incluso aunque sean familiares. La cartuja se encuentra en el Valle de Lullen en la ladera Este de la Sierra Calderona, a unos 25 kilómetros al noroeste de la ciudad de Valencia.

En uno de los pilares de la puerta reza:
No se visita el monasterio, respetad la soledad de la cartuja, gracias.
Allí se reza a Dios, se cultiva la tierra, se elabora el pan, se cocina y se destilan licores. La cartuja tiene 2 puertas, la primera da a una explanada desde la que se accede a un puente que cruza el barranco, al otro lado del puente está la segunda puerta, dentro pienso que debe estar una tercera puerta, la que conduce al cielo, según la traducción literal del nombre del monasterio. Cerca de la primera puerta, junto al muro de piedra, dejamos el coche pasar seguir el camino a pie.

Fuera de los límites de la cartuja existen cultivos que son propiedad de los monjes pero que son trabajados por personas a sueldo. Más allá todo son pinos y matorral.


La mañana soleada de un lunes a primeros de Marzo, una mañana pre-primaveral, la soledad de la cartuja es un trozo de la soledad de los montes, un silencio inmenso, una nada poco habitual, una quietud sorprendente.

Los brotes tiernos de las cañas salen por todos lados, hay que andar con cuidado para no pisarlos. Sobre una enorme roca que divide el barranco preside la vista un alto y delgado pino canario de largas agujas lloronas, estamos llegando cerca de la Pobleta, debe ser descendiente de algún árbol importado y plantado en sus jardines.



Aún se pueden ver las semiesferas de hormigón de los nidos de ametralladora que dominan el acceso. Ahora una verja con alambre espino en su parte superior y una gruesa cadena impiden el paso. Creo recordar que hace años cuando recorría en bicicleta las pistas forestales cada fin de semana la verja estaba abierta y era posible acercarse hasta la casa. La verdad es que no sé quien vive ahora en ella, ni siquiera sé si está habitada.


La Font del Marge es un lugar sombrío bajo eucaliptos gigantes. Un débil reguero de agua que sale de la montaña. Una de las muchas fuentes desperdigadas por estos montes, ni la más fresca, ni la más buena, pero sí la más fácil, la primera que encuentra el caminante que se adentra en esta sierra. Un lugar de parada de ciclistas, senderistas y recojedores de agua con sus ristras de garrafas vacías. Lugar de conversación entre amigos instantáneos con la boca sedienta y el rostro sudado. Hace años alguien puso un cartel junto a la fuente Agua no potable, pienso que debió ser algún cartujo intentando ahuyentar a los cada vez más numerosos visitantes, siempre he bebido de ella y nunca me ha pasado nada, ahora ya no está el aviso.

Las últimas 3 fotos se pueden ampliar clickando sobre ellas.
Tienen buena resolución.
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Territorios descuidadamente libres
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