Acercándonos a las cosas pequeñas nos acercamos a lo real, los detalles frente a las grandes anécdotas extravagantes y únicas, más lejos de nuestro corazón que las repeticiones diarias de esos pequeños actos de todos los días.

martes, 1 de mayo de 2012

Ferias y Periferias


Un director de un importante y valorado museo hablaba en términos de “travestismo” o “prostitución” a cerca de las concesiones que hacen los gestores culturales de instituciones públicas con respecto al poder político.
El poder tiene que creer que aquello que estamos haciendo está alineado con su ideología o por lo menos no la perjudica, un juego de ceder a cambio de poder hacer algo que nos parezca interesante, porque de lo contrario no haremos nada (y el no haremos nada lo repitió por lo menos 3 veces).
En la tendencia que existe a sacar el arte de los museos y hacer que se hibride con lo social, alegando como pretexto ese estado del arte en que el arte es elitista, autoreferencial, y solo hace que mirarse el propio ombligo, y buscando esa fusión con la calle donde no nos demos cuenta de que lo que estamos viendo, tocando, e incluso respirando, es también arte, ha desarrollado proyectos con mujeres encarceladas (revista hipatia), niños autistas, y población gitana.

A mi modo de entender, el arte sale de su gueto (museo) para refugiarse en otros guetos (minorías), la gran masa social queda al margen. El poder político sabe que ha de cuidar de su rebaño de electores, las minorías en realidad poco le importan más allá del uso que puede hacer de ellas en sus actos benéficos y en la práctica del buenismo, que al fin repercutirá en más votos fluyendo desde el gran rebaño. El político dice al director de museo, o al comisario, esa parcela es toda tuya, trabaja con los enfermos de sida, con los indigentes, con grupos étnicos minoritarios, y en esa línea se desarrollan proyectos que acaban en exposiciones aparentemente transgresoras, por lo exótico, lo raro, por el morbo de las imágenes que se muestran, porque parece que estamos tratando con los tabús sociales, pero en realidad ya no existe ningún tabú excepto uno, y ese es intocable y ¡Ay del director que se atreva a mostrarlo!, me refiero a la gran bestia contemporánea, al MERCADO, a las marcas comerciales, los logos, las prácticas de compresión de los salarios, al deterioro de los modos de vida, lo que afecta todos los días a la gran masa de electores, el día a día del gran rebaño, sus preocupaciones.
Lo que está en juego al fin y al cabo es la libertad de expresión, esta vez como expresión artística, una censura asimilada desde los programas de televisión, defendida por prestigiosos abogados bien pagados, nada debe perturbar la tendencia en las ventas de esta temporada.

Los museos solo acuden al mercado en busca de mecenazgo, tenía razón el director del museo, prostitución es una palabra adecuada para esta práctica.

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